En cada templo católico de América latina no pueden faltar representaciones teatrales y dramáticas sobre ciertos eventos o mensajes que la iglesia católica quiere transmitir de forma sencilla a sus fieles. En México, de donde soy oriundo, las representaciones más grandes que existen son las pastorelas, que buscan encarnar la natividad de Cristo, esto se lleva a cabo en cada escuela (la tradición está tan arraigada que, sin importar el estado laico, se desarrolla tanto en escuelas públicas como privadas), iglesia y algunas casas cuando celebran las posadas; y el via crucis de semana santa, el cual busca representar la pasión de Cristo personificando los eventos en cada templo católica y sobre todo en los barrios de Iztapalapa. No digo que no haya otras más grandes, pero estas dos son las más difundidas y masivas.
Este fenómeno que se ha convertido
en una tradición se arraiga a las raíces mexicanas con tanta intensidad como
cualquier otra o hasta más. Y no es de menos pues sus orígenes podrían
remontarse a épocas ancestrales cuando las culturas prehispánicas gobernaban
las tribus del territorio Mexica. Muchos ritos y celebraciones religiosas se caracterizaban
por música, danza y fe realizándose en templos abiertos, patios ceremoniales o
en la misma calle para que todos participaran. Uno de esos ritos, y quizá el más
sanguinario y famoso de todos, era el sacrificio humano ofrecido a los Dioses.
Bien sabido es que los aztecas capturaban prisioneros de guerra, los ataviaban con
ropa y pintura a veces simbolizando al Dios mismo y, en ocasiones, les ofrecían
escudos de papel y espadas con plumas para defender sus vidas frente a
guerreros dispuestos con escudos de madera y plumas además de espadas de obsidiana,
así encarnaban una última batalla antes de ofrecer el palpitante y aun tibio corazón
a sus divinidades, quienes en agradecimiento mantendrían el orden del universo.
Esto se acompañaba de música, danzas ceremoniales, ritos religiosos y un
posterior festín con la carne de los prisioneros (Solo los emperadores o
guerreros de elite tenían este privilegio).
Tiempo después de la llegada de
los españoles a América los misioneros buscaron la forma más sencilla de
transmitir el mensaje de Dios a este pueblo pagano. De este evento podría decir
muchas cosas pero me centraré en la representación teatral de pasajes bíblicos al
estilo de los aztecas. Sin darse cuenta esos evangelizadores comenzaron una
tradición en los mexicas, el personificar el mensaje de la iglesia católica
tomando a veces nombres, lugares, problemática o templos aztecas como punto de
partida, de este modo un mexica podría mirar en el nacimiento o muerte de Cristo
algo muy familiar. Después de todo qué es la semana santa si no el sacrificio de
no solo un hombre si no del mismísimo hijo de Dios para mantener el universo en
orden. La iglesia católica permitió la violencia y el sadismo sanguinario del
pueblo siempre y cuando siguiera la temática de Jesús.
De repente los personajes eran
indígenas, criollos o mestizos en lugar de pastores, posaderos o emperadores. El catolicismo vio nutrida su cultura con la
mezcolanza de ritos y tradiciones que tuvo con los pueblos precolombinos (y viceversa),
ahora la deuda era con un Dios benévolo que le gustaba el teatro y exigía en
cada fiesta del santo o de la misma virgen María una representación llena de
fiesta, danza, música y colores, eso sí, sin olvidar el rito religioso.
Pastorela donde los pastores se convierten en pescadores, rancheros o mujeres indígenas |
Hoy en día los fieles católicos
del pueblo mexicano participan gustosos de estos símbolos sin saber lo ancestrales
que son. Se tiene la idea de que la llegada de los españoles fue un impacto
cultural tremendo para los pueblos precolombinos, pero no todo fue una
sorpresa. Verdad es que los cañones, caballos y viruela fueron cosas nuevas las cuales no pudo asimilar tan fácil mente, la pérdida de sus Dioses
debió ser también un golpe muy duro para ellos sin mencionar la pérdida del
poder, tierras e identidad, sin embargo el simbolismo permaneció ahí, solo se
tuvo que sustituir un par de templos e imágenes para que poco a poco se sustituyera
también el mensaje. El sacrificio siguió ahí, la sangre, la violencia y la
muerte características de este pueblo continuaron teniendo un impacto muy poderoso
en el conducir de su fe, impacto que en pleno siglo XXI ejerce un empuje
poderoso en cada mexicano a representar, simbolizar o personificar (seas católico o no).
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Me gusto la reseña historica, aunque cabe mencionar que no tod@s l@s mexican@s estamos de acuardo con estas representaciones y devociones.
ResponderEliminarPero concuerdo en que el sacrificio ha sido es y muy probablemente será parte fundamental de la religión.
Gracias por tu comentario, desde luego que no todas ni todos participan muy gustosos de tantas cosas, pero dime ¿alguna vez has pedido posada en diciembre? ¿pones altar de día de muertos? ¿te parece menos horroroso el representar el sacrificio al dios huichilopoztli donde, después de una danza ceremonial, se simula sacarle el corazón a la victima para que mañana amanezca de nuevo? quizá no vayas detrás del Cristo de Iztapalapa o te encanten los penitentes de Taxco, pero pienso que en algún punto las representaciones religiosas (que desde aquí serian "representaciones espirituales) están tan arraigadas que ya forman parte de nuestra cultura.
EliminarDe nuevo gracias por tu comentario y espero tomes a bien esta respuesta que busca ampliar mi idea empujado por tu punto de vista. Buen día