sábado, 12 de septiembre de 2015

Mi experiencia sobre la muerte de Aylan y su familia


El pasado 2 de septiembre de 2015 una noticia recorrió el mundo a una velocidad tremenda, en pocas horas se convirtió en trending topic, generó opiniones tan variadas y diferentes como se esperaba, lo único que no provoco fueron memes graciosos dado que lo que vi ese día no es ningún chiste.

No supe de la noticia sino hasta el día siguiente por la noche que en Facebook se repetían en diferentes perfiles de mis amigos la imagen de un niño acostado en la arena vestido con playera roja y pantalón azul, pensé lo mismo que pensamos todos al ver la imagen por primera ves ya sean las fotografías o las expresiones artísticas que surgieron de esto, me dije “esta dormido”, la realidad golpeó lentamente desde el estomago pasando por el corazón, apartando la racionalidad para filtrarse por mis ojos. El niño en la fotografía estaba muerto.

Leo las notas periodísticas del evento, escudriño en los nombres y en los acontecimientos, palabras como “Siria”, “Turquía”, “extremismo islámico”, “crisis de inmigrantes en Europa”  se repiten frecuentemente, la imagen toma cada vez más fuerza con el contexto que adquiero (generalizado, pues no pretendo hacerme pasar por un experto en conflictos del medio oriente). Fotografías del pequeño Aylan y su hermano mayor Galip aún con vida, son tan parecidos a mi sobrino de 1 año.


Quizá este pensamiento fue el que tocó una fibra muy sensible sobre el caso. Una nota de la bbc dice que “la reacción pública del primer ministro de Reino Unido, David Cameron, a través de su cuenta en Twitter, fue hablando como padre. Nicole Itano, de la organización Salven a los niños, tiene una pequeña de un año”, y su comentario es desgarrador. El dolor toma forma al mirar en los niños cercanos los rostros de Aylan y Galip Kurdi.

Ese día también falleció su madre Rehan, quien se ahogo cuando la embarcación en la que trataban de huir se hundió. Solo sobrevivió su padre Abdulá Kurdi quien decidió cometer el gravísimo pecado de no tolerar la imposición de una creencia, huir de la guerra y dejar su hogar atrás con tal de procurar una mejor y feliz vida a sus 2 pequeños. Todo salió muy mal ese día.

Abdulá llora frente a la cámara fotográfica al recordar que perdió a su familia, que todos tenían chalecos salvavidas y decir entre sollozos “mis hijos se me resbalaron de las manos”.


Es curioso el fenómeno que provocó esta fotografía tomada por la turca Nilufer Demir. No vemos un niño mutilado como en la mayoría de las fotografías de guerra, no es una producción gráfica ni grotesca, mas bien se presenta como una foto tranquila, serena que deja a la mente complete los pedazos. De nuevo comparto el pensamiento de la mayoría “¿Qué está pasando en Siria?”

No olvidemos que esta es una de muchas historias, ese día no solo murió Rehan, Galip y Aylan Kurdi, junto con ellos perdieron la vida 9 refugiados más (aunque los periódicos no mencionan si había más niños).

Alguien me preguntaba “¿Cómo podemos ayudar, qué podemos hacer?”, la verdad es que no lo sé, quizá el primer paso sea hacernos conscientes de la realidad para entender lo que sucede en nuestra sociedad y nuestro mundo, el siguiente paso no lo conozco, por eso dejo esta pregunta para ustedes. Después de saber la terrible historia de Aylan ¿Qué podemos hacer?

Descansen en paz: Rehan, Galip, Aylan Kurdi y el resto de los refugiados anónimos.


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