martes, 21 de junio de 2016

Lo que damos por sentado

En nuestro mundo hay cosas tan cotidianas, tan comunes, cosas a las que nos acostumbramos a tal grado que pensamos que siempre han estado o estarán ahí, creemos también que todos debieron tener contacto con esto sin importar su edad, genero, religión o país, por eso cuando vemos que algo es diferente (por muy mínimo que sea) tenemos esa sensación de descubrimiento, de apreciar lo que tenemos nosotros y hasta encontrar la belleza del objeto propio y el ajeno.

Esta es una imagen que muestra los diferentes tipos de sockets que se utilizan en el mundo.

Imagen de "Cerebro Digital" en Facebook

Llegar a otro país y encontrar problemas con algo tan banal como el conectar el cargador de celular es algo que te hace valorar las pequeñas cosas que muchas veces no miramos.

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Espero esta pequeña reflexión haya sido de tu agrado, te invito a visitar la pagina de Cerebro Digital y a darle "me gusta" a su Facebook oficial en los siguientes enlaces:






sábado, 18 de junio de 2016

El proyecto Diana ~~~~~~~🌙

Hubo una época en que surgió un invento novedoso y revolucionario, algo que prometía hacer que las personas se acercaran y se comunicaran sin importar desde donde estuvieran, así alguien que vivía en Europa podía comunicarse con una persona en Estados Unidos y esta, a su vez, enviar un mensaje hasta Japón, encima de todo dicha tecnología surgió entrando un nuevo siglo que prometía grandes cambios para la humanidad. Desde luego que estoy hablando de la radio, que vio la luz a principios del siglo XX y en los años posteriores se convertiría en lo que es ahora.


A partir de ese momento las personas comenzaron a recibir mensajes desde distancias largas, escuchaban programas que poco a poco se popularizaron, les decían cuales eran las mejores marcas para comprar y se podían enterar de lo que ocurría en casi todo el mundo. Un pequeño grupo de personas se apasionaron tanto con este invento que lograron descifrar sus secretos y crear sus propios receptores y transmisores, los radioaficionados conocían su potencial en las telecomunicaciones. Hoy en día veríamos primitivo y lento el paso de información en aquel tiempo, pero en su momento las personas se sintieron conectadas a sus seres queridos y al mundo entero.

Poco a poco, con el pasar de los años y gracias a ciertos acontecimientos el envío inmediato de información fue llegando más lejos y convirtiéndose en una necesidad, todo el mundo (o mejor dicho, toda urbe) era una maraña de ondas radiales que acercaban a muchas personas, pero algunos vieron una frontera que aún no era alcanzada por esta nueva tecnología.

No me explico de qué manera fue gestándose la idea de la conquista espacial, pero antes de 1946 alguien se preguntó qué alcance podrían tener estos mensajes que ya se enviaban a tantos rincones de la tierra. Desde luego que las mujeres y hombres de aquel tiempo no conocían nada de lo digital, la comunicación satelital, televisión, internet, uso de datos móviles y en general nada de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC). De hecho ni siquiera sabían si era posible que las ondas de radio salieran de la atmosfera terrestre. Es aquí donde inicia nuestra historia.

Una brigada especial del ejército estadounidense se enfocó en resolver esa duda, dirigidos por John H. DeWitt los ingenieros del cuerpo de señales diseñaron el proyecto Diana, el cual tenía por objetivo enviar el primer mensaje al espacio. Así el 10 de Enero de 1946 se realizó el primer experimento que sería la piedra fundacional de la astronomía por radar y daría pie al resto de los programas espaciales de la NASA (que no se fundaría hasta 12 años después).

Lo que hicieron suena sencillo pero hay que pensar en las horas de trabajo y calculo que esto requirió. Desde un transmisor en tierra, en un lugar determinado (Nueva Jersey, E. U.) a una hora específica (cerca de las 11:58am), se enviaron ondas de radar dirigidas a la luna, esperando que estas atravesaran la atmósfera y rebotaran en la superficie del satélite quien las regresaría de vuelta para ser atrapadas por un receptor en tierra. Como una flecha disparada al cielo, la señal solo tardó 2 segundos en volver a casa, esto confirmó que al menos las ondas de radar podían llegar muy lejos.



La luna fue testigo de nuestras primeras palabras estelares y como una madre amorosa y orgullosa nos envió un mensaje de vuelta, esa fue la primera vez que logramos comunicamos con un astro. A partir de ese momento la historia fue otra pues hoy en día las TIC´s viven un bum imparable. Piensa que sin ese experimento la conectividad de tu computadora, tablet o celular sería prácticamente nula.


Desde entonces hemos enviado varios mensajes al espacio; el material dejado en la luna por las misiones de la Unión Soviética y la NASA, los rovers Viking y Curiosity en Marte, la sonda Venera 9 en Venus, la sonda Rosetta con su modulo de aterrizaje Philae en el cometa Churiumov y las sondas Pioneer y Voyager fuera del sistema solar son solo las que recuerdo ahora. Sin embargo hay otro tipo de mensaje ¿Cuántas ondas de radio, electrónicas, magnéticas o radioactivas salen accidentalmente de nuestro planeta? Todos los días hay ondas que viajan a través de nuestra atmósfera y salen al espacio exterior hacia rumbo desconocido.

Así como nosotros atrapamos las ondas de radar de la luna puede que en algún lugar un receptor atrape nuestras señales, determine de donde vienen y… Bueno, ya saben el resto.


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sábado, 11 de junio de 2016

Ego Humano

Es fácil sentirnos superiores como especie humana, incluso en la actualidad nos autodenominamos “la especie dominante” aunque, desde mi punto de vista, esto carece de fundamento. La idea de que somos especiales se arraiga tanto que se han necesitado millones de años para disminuirla un poco.

"Autorretrato" de Antonio Ruiz el Corcito 

¿Pero de dónde viene este pensamiento? Si reflexionamos brevemente sobre la historia de la humanidad nos daremos cuenta que tenemos mucha, pero mucha suerte de estar aquí. Primero que nada nuestro planeta se formó a una distancia adecuada respecto al sol, conocida como “zona de habitabilidad”, este es el lugar alrededor de nuestra estrella en el que la luz y la radiación son adecuadas para propiciar la presencia de agua. Después de miles de años y del florecimiento de la vida en el mar, nuestro ancestro primitivo soportó la primera gran extinción provocada por una disminución del oxigeno en el agua, mientras gran parte de la vida se ahogaba nuestro pequeño organismo evolucionaría millones de años después en un mamífero pequeño, oculto bajo tierra se enfrentaría a un nuevo cataclismo. La gran mortandad puede explicarse de forma muy sencilla; una súper explosión volcánica cambió la calidad del aire y se chingó a casi todo lo que respiraba, pocas especies sobrevivieron, una de ellas ese mamífero que comienza a sentir que tiene una misión en la vida y pronto caminará en dos patas. Pero antes de eso tuvo que esconderse de los dinosaurios, colosales reptiles que dominaron la tierra y que perecieron en la extinción más famosa de todas, ese asteroide dejó a la tierra sin el 75% de su biodiversidad. Entre los pocos sobrevivientes se cuenta nuestro ancestro que comienza a sentirse indestructible. Spoiler: Ese mamífero superará a las demás especies y evolucionará en nosotros.

En los albores de la humanidad, cuando apenas nos pusimos de pie, teníamos todo en nuestra contra. Perdimos el pelaje dejando la piel expuesta, sin armas naturales para defendernos estábamos a merced de depredadores implacables, nuestro número era tan reducido que podríamos considerarnos una especie en peligro de extinción, sin embargo logramos prosperar en un mundo adverso.

Frágiles en la historia del universo, cualquier cambio pudo destruirnos. Un planeta muy cerca o muy lejos del sol, la muerte de un organismo, un asteroide más grande, un cerebro más pequeño, una mutación distinta en el ADN o un depredador más ventajoso y tal vez muestra historia como especie habría sido tan breve que nadie la contaría. ¿Somos especiales? Puede que si, especialmente afortunados.

Pero estamos aquí y de alguna manera todo lo anterior derivó (o degeneró) en 3 ideas globales en las que me quiero centrar: 1- Somos una especie elegida por dios, 2- Él nos creo a imagen y semejanza suya para dominar a las demás especies (que creó para nosotros) y 3- Somos moralmente superiores a las demás criaturas vivas. Por miles de años estas creencias alimentaron nuestra egolatría, eran fáciles de creer y explicaban muchas cosas, pero la verdad estaba por surgir echando por tierra esa idea de “todos me la pelan”que formó nuestro humano primitivo.

Hubo una era donde la tierra se consideraba plana y el centro del sistema solar, era fácil perder la perspectiva cuando tenemos la experiencia de que el sol sale por el horizonte, además dios había creado la tierra y el mundo para nosotros, así que tenía sentido que todo girara alrededor suyo. Cuando Nicolás Copérnico afirmó que era la tierra la que se movía alrededor del sol dio el primer golpe y la tolerante autoridad respondió de la mejor manera que pudo, torturándolo y haciendo que se retractara de sus ideas, pero la verdad siempre encuentra su camino. Nunca fuimos el centro y tiempo después se confirmaría que nuestro planeta era solo un grano de polvo a la deriva de un cosmos inmenso. Por lo tanto somos pequeños.

"Un punto azul pálido", Fotografía tomada por la Voyager 1 al salir del sistema solar,
se alcanza a ver la tenue luz del planeta tierra.

Pero al menos seguíamos siendo especiales dentro de nuestro mundo lleno de bestias salvajes que dominábamos con maestría e ingenio, hasta que llegó ese aguafiestas de Charles Darwin y lo arruinó todo. Gracias a su teoría de la evolución por selección natural sabemos que los organismos modifican su biología y comportamiento para responder a ciertas necesidades ambientales, la ley del más fuerte prevalece, además los seres humanos somos parte de ese proceso ya que nuestros ancestros debieron ser muy similares a los monos. Por alguna razón, en esos ayeres, los científicos se sintieron fuertemente ofendidos al ser comparado con primates, además contradecía una idea religiosa muy arraigada sobre el origen de la humanidad. Tiempo después se encontraron los primeros fósiles que confirmaban esta teoría. No somos diferente a los animales, nuestro ADN está emparentado y básicamente todo lo vivo sobre esta tierra tiene un ancestro en común. ¡En tu cara creacionismo! Por lo tanto somos animales (Y por alguna razón esto sigue lastimando a muchos).



Sin embargo podemos sentirnos superiores a los demás organismos pues nuestra inteligencia nos ha dotado de tecnología avanzada, dominamos nuestros pensamientos e instintos para formar sociedades más o menos funcionales, nuestra consciencia nos distingue de todo lo demás, pero mientras más se trata de sostener la teoría del autocontrol más se hace evidente que no lo tenemos. Sigmund Freud no fue el primero en hablar del inconsciente pero si el que lo definió como una instancia mental infantil, ilógica y atemporal la cual rige mucho de nuestro comportamiento, ideas y malestares. Oculto tras un velo se encuentran motores psíquicos que hasta la fecha no se logran comprender en su totalidad. Por lo tanto somos imprudentes y no nos damos cuenta de lo que ocurre.



De favoritos y especiales no tenemos nada pero aun así somos una especie que ha sobrevivido a muchas calamidades. En realidad estos tres descubrimientos han sacudido a la humanidad hasta el tuétano porque muestran que sí estamos hoy aquí ha sido por un poco de suerte y un poco de nuestra fortaleza y carácter de superar las adversidades. Nadie nos regaló la vida, nosotros nos la hemos ganado desde nuestro primigenio organismo unicelular hasta la pendeja humanidad que somos ahora.

Nos queda aun mucha egolatría que superar, en los últimos años logramos formarnos una idea del cosmos y teorizamos que no podemos ser el único planeta con vida, allá afuera deben estar ellos y tenemos que encontrarlos. Muchas son las misiones de búsqueda, diversas son las ideas y opiniones, variadas las teorías que sustentan esta hipótesis pero es un hecho que tarde o temprano encontraremos algo, o quién sabe, tal vez nuestro destino sea otro. Al final de todo puede que en nuestra búsqueda sean ellos quienes nos encuentren a nosotros. Sería duro que el cuarto golpe al ego de la humanidad no lo dé un humano.

El día en que los científicos estén distraídos mirando bichos marcianos a través de un microscopio y una raza extraterrestre llegue diciendo “los encontramos” será el día que recibamos el siguiente golpe al ego de la humanidad. Por lo tanto seríamos los encontrados.


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